miércoles, noviembre 30, 2005

Algunos son más iguales

A veces nos quejamos, en un coloquio con nosotros
mismos, considerando que estamos solos, aunque lo
más probable es que solamente nos sentimos solos.

Sin embargo, al encontrarnos de sopetón, con diversas
personas, quizás en el transcurso de un mismo día, no
aprovechamos la infinita variedad del género humano y,
con increíble estulticia, rechazamos a los demás.

¿Por qué haríamos algo tan descabellado?

Hay dos razones que quizás puede ser sólo una.
Queremos tratar con clones, no con personas.

Manifestándonos perfectamente fascistas,
dejando de lado, no sólo toda democracia,
sino hasta la cordialidad, el "savoir vivre",
y cuanto pudiéramos haber aprendido sobre los
derechos humanos, rechazamos a los demás.

Y aquí distingo las dos razones a que aludí.
A unos los rechazamos porque los consideramos
inferiores a nuestras expectativas y a otros,
porque superan nuestras expectativas.

Los unos, no tienen el nivel cultural suficiente,
los otros, nos apabullan con su sapiencia y nos
sentimos sobrepasados, disminuidos ante quien
nos abruma con su sabiduría.

¿Qué nos está pasando?. ¿Solamente podemos estar
entre iguales?. ¿Acaso existe la igualdad?.

Todos somos iguales,
pero algunos son más iguales!.


¿Cómo lograr la sabiduría suficiente para reconocer
en cualquier ser humano a un semejante, a un hermano?.

No podemos aislarnos, debemos evitar la antropofobia,
ver en el Otro a un semejante sometido a todos nuestros
propios pesares y angustias.

Ni superiores, ni inferiores. Diferentes, sí. Diversos.
Todos somos distintos, tenemos "distinción".
Lo que nos da esa categoría de "distinguidos",
es nuestra propia humanidad. Nuestra unicidad.

Nadie es igual a nosotros. Los clones no existen.
Cada uno tiene su palabra y tiene derecho a expresarla.
Alguien dijo, alguna vez: "escuchar es amar".
Creo que también que hablar a otro es también amar.

Entonces, en el diálogo está el punto de encuentro.
Sobre el diálogo fructífero, enriquecedor, tenemos la
palabra escrita de un sabio, el físico David Bohm.

El sostiene en su breve libro, que al diálogo debemos
llegar libre de creencias, ajenos a todo rechazo o prejuicio.
En el simple encuentro entre humanos de buena voluntad
crece lo mejor de nuestra Humanidad.

miércoles, noviembre 23, 2005

Los fracasados

En nuestros días al acceder a un medio de transporte,
el metro, por ejemplo, o el "subte", como dirían en la
"reina del Plata", mi Buenos Aires querido, podemos
observar, sin ser muy perspicaces, rostros ajados,
tristes, más que serios, ensimismados, sin sonrisas.

Algunos, muchos en realidad, lo atribuyen a la influencia
de la gran ciudad, el stress de las multitudes y a mil
causas distintas, hilando una serie de telarañas
psicológicas, a cual más variada que la otra.

A muy pocos se les ocurre que el problema no es
personal sino social, más aún, es un problema
de carácter político.

La política no es la gobernabilidad o la gestión,
no es administración y nada tiene que ver con
decisiones económicas o de soberanía.
La verdadera política es ajena a todo interés
lucrativo, privado o familiar. Ese ámbito es
un espacio en el cual no existe libertad.

La política es un espacio donde reinan
la libertad y la igualdad, sin desmedro de
ninguna de ellas. Es un estilo de vida en
la que todos conservan su dignidad y se
valora su diversidad, su unicidad.

Porque cada ser humano es único e irrepetible.
En ello radica su dignidad. De ello emanan
sus derechos. Toda política debe tener como
base fundamental los principios expresados
en la Declaración de los Derechos Humanos
de las Naciones Unidas, de 1948.

Aunque puedan perfeccionarse y así está
ocurriendo, es un fundamento ineludible.

Esos rostros que he tratado de describir
someramente en el inicio, se podrían
también denominar como los rostros
del fracaso. ¿Son fracasados?".

Si le hacemos una encuesta a uno de
ellos, a un hombre común, a nuestras
preguntas sobre el éxito, nos dirá que
no gana lo suficiente, tiene deudas,
es un fracasado económico.

¿Ha sido un buen padre?.
Sus hijos toman drogas y les ha ido
mal en el colegio. Un fracaso.
¿Y la pareja?. Ahh... divorciado.
Otro fracaso. ¿Algún éxito en su actividad?
Ninguno. Nunca ha escrito un libro,
no ha inventado nada, de viajes ni hablar,
pocos o ningún amigo... terrible.

¿Y la salud?. ¡Vaya, todos esos remedios...!
Al menos en el deporte... no los practica.
Su equipo de futbol... quizás?.
¿Sólo los grandes ídolos por T.V.?
Ronaldo?... Ronaldinho?...Robinho?...
Ah... no es brasileño, ya...

Un fracaso completo.
He aquí un logro, un éxito!
¡Un fracasado 100%!.

No es cierto. Ningún ser humano es un fracaso.
Lo que es un fracaso es el modelo socio-económico
imperante hoy en el mundo, que provoca la
existencia de un 10% de personas exitosas
y un 90% de falsos "fracasados".

Una sociedad capitalista neoliberal globalizadora,
donde sólo el lucro es el único valor.
Donde todo se compra y se vende, hasta la dignidad.
Donde la competencia y el consumismo son
dogmas imposibles de discutir.

Los fracasados son aquellos que han vendido
su conciencia al becerro de oro.
Al Dios Dólar, al Dios Yen, al Dios Euro.

Otro mundo es posible. Un mundo más justo.
Un mundo democrático y humano.
Un mundo donde cada ser humano, sólo por
ser persona, es todo un éxito.

lunes, noviembre 21, 2005

Facta... non verba

Es paradójico lo que escribiré, pero no puedo evitarlo.
Leyendo algunos blogs, he visto en algunos una enorme
producción de palabras y palabras, en frases a veces
hermosas, otras no tanto, pero siempre llenas de dolor,
casi deseperación, donde se menciona la soledad, el deseo
de amar y ser amado, en fin, de denuncia de todos los
males del mundo, en forma reiterada, casi todos los días.

¿Qué pretenden?. ¿Qué esperan, expresando tanto dolor?.
¿Desahogarse?. Por qué es incesante repetición de lo mismo,
una y otra vez. ¿Por qué no hacen algo para remediarlo?.

No se trata de que arreglen el mundo, sino que se arreglen
ellos mismos. Busquen a quien les dé cariño, si les hace
tanta falta. Los que escriben son muy jóvenes por lo que
les sobrarán hombros sobre los cuales derramar sus lágrimas.

El adagio latino dice bien: "facta, non verba".
Hechos y no palabras.
"Por sus frutos los conocereís".

Alguien podría decirme, pero también tú escribes.
Sí, pero yo no me estoy lamentando de mi situación.
Lo único que me gustaría es encontrar, algunos
comentarios, aunque sean críticas, respecto a las
ideas que expongo, comunicación, nada más.

Las escribo, para mí mismo, y para que, ya en el
"hiperespacio", quizás encuentre algún eco en un
ámbito mucho más grande que el entorno en que vivo.

Lo que más me llama la atención de esas páginas
plañideras, llenas de lamentos y visiones penosas,
es que, cuando por azar, alguien, con mucha más
experiencia de la vida, insinua aclarar algunas
ideas para fortalecer a esa alma adolorida, por
ningún motivo desean dejar de seguir en sus
lacrimosas y tristes publicaciones diarias.

¿Qué pensar entonces?. Es relativamente sencillo.
Equivale al llanto del pequeño niño, ese que
sigue al primer estallido, quizás con razón,
me refiero a ese otro, una especie de llanto
en sordina, que el chiquitín escucha salir de
sí mismo y que... le encanta!. Y sigue así,
llorando por un buen rato, ya sin causa alguna,
sólo solazándose de su propia pena.

A los dos años, se justifica, pero considero que
a los 22, ya es un poco tarde. Nadie escuchará,
porque los escritos no son literarios, sino
psicológicos. No están encaminados a obtener
un lauro académico o ganar premios, sólo
son lamentos en la oscuridad.

¡Los invito a salir a la luz de la vida,
a esta vida que es hermosa, bella!
Amen, trabajen, estudien, ayuden, entren en
una acción creadora, dejen de llorar o quejarse,
díganle sí a la vida, y decidan ser felices!.

miércoles, noviembre 16, 2005

Sueños, esperanzas e ilusiones

Alguien dijo alguna vez, lo mejor de la vida
es la ilusión. Otro dijo, mientras hay vida,
hay esperanzas. Un tercero sostiene, todo
plan comienza con un sueño.

Creo que puedo englobar todo esto con el
concepto expectativas.

Considerando que el presente no existe, que
todo es pasado o futuro, las expectativas de
todo tipo, sean sueños, esperanzas o ilusiones,
son algo así como largos ganchos que arrojamos
hacia el futuro, parecidos a los que usaban los
antiguos piratas antes de abordar a su presa.

Cualquier hombre solo sueña con una mujer,
hermosa y cariñosa, con quien compartir su vida.
Todos tenemos la esperanza siempre presente
que el mañana será mejor que el hoy.
Y en un número de lotería, que nunca es premiado,
depositamos, tontamente, nuestras mejores
ilusiones de mejorar nuestra escuálida economía.

Los sueños, ya lo dijo el poeta, sueños son.
Las esperanzas están siempre frustradas.
Las ilusiones se mueren semana a semana.

¿Qué podemos hacer?.
¿Dejar de soñar despiertos?
¿Renunciar a toda esperanza?
¿Suprimir las ilusiones?

NO. Es imposible.
Sería casi como dejar de vivir.

Porque los sueños, esperanzas e ilusiones,
son las responsables, siempre, de esa
sonrisa que nos ilumina el rostro
nuestro de cada día.

lunes, noviembre 14, 2005

Juventud, divino tesoro

El vocablo "juventud" es casi mágico actualmente.
Todos quieren ser o verse jóvenes. Desde mediados del
siglo XX se da esta tendencia, primero en Estados Unidos
y un poco más tarde en Latinoamérica.

En Chile, una de las consecuencias de esta adoración
por la juventud es que el amor, es decir, las relaciones
sentimentales de pareja o "pololeo", sólo se admite
entre la juventud. Cualquier pareja en la cual, uno de
los dos sea mayor que el otro, es vista con desprecio,
al punto que se le insulta en plena calle. Desde lejos,
claro, como buenos cobardes.

A los de tercera edad, les está prácticamente prohibido,
por esta pacata sociedad, ni siquiera insinuar que tienen
o desean tener relaciones amorosas. ¡Qué escándalo!
Un abuelito degenerado, un "viejo verde".

Vamos por partes... qué nos dicen los entendidos, en
cuanto a los dominios del Dios Cronos. ¿Qué edad es
esa llamada "juventud"?. Para desilusión de esos
pequeños monstruos de 12 a 19 años, ellos no serían
jóvenes, sino adolescentes, divididos en tres etapas:
preadolescentes entre 12 a 14, adolescentes entre
15 a 17 y adolescentes mayores entre 18 a 19.

La juventud propiamente tal, se daría entre los 20 a
los 29 años. Y para los de 30 a 39 estaría la expresión
"adultos jóvenes". Bien, quedémosnos entonces, con
los jóvenes, los que están viviendo su tercera década.

Para empezar por cualquier lugar, porque este blog es
así, sólo improvisación del momento frente a la pantalla,
algo curioso y a la vez tragicómico: cuando yo era
un joven, en la llamada década prodigiosa, la de los '60,
ante una pregunta difícil, nuestros padres respondían,
"pregúntele a mi hijo, el sabe". Y por cierto, sabíamos.
Ahora, usted le pregunta algo difícil a un joven y le dirá,
impávidamente, "pregúntele a mi padre, él sabe".

¿Qué diablos pasó?. ¿Los nacidos entre los años 1930
y 1950 del siglo pasado somos los sabios y la generación
anterior no sabían porque " no habían llegado a la
universidad" y nuestros hijos tampoco saben, porque
"los estudiantes universitarios actuales no estudian"?.

Como Condorito..."exijo una explicación"!.

Los que nos graduamos como profesionales entre las
décadas del '50 al '60, éramos y somos, "cultos",
ahora, con nobles excepciones, encontramos a los
que llamo "profecionales", así, con C. Porque así
lo escriben. ¿Qué pasó con el idioma?.

¿Es que está naciendo un nuevo idioma?.
Es muy probable. De hecho, el lenguaje de los llamados
"chats", es una jerga muy distinta del castellano,
del inglés o cualquier idioma moderno.

Otro tema, muy propio de la juventud: el amor.
Desde los tiempos más remotos, el amor y la juventud
han sido casi sinónimos. Romeo y Julieta eran, si no
me equivoco, incluso adolescentes, de 15 y 16 años.

¿Cómo practican el amor, hoy, la juventud?.
Si les creo a los jóvenes que me han informado,
debo llegar a la conclusión que hoy, entre los
jóvenes el amor se deletrea así: s - e - x - o.

En un gran letrero veo a una adolescente liceana
diciendo: "Es divertido desde que aprendí a ponerlo".

Me parece muy bien y necesario que nos cuidemos
de las enfermedades de transmisión sexual, especialmente
del fatídico SIDA, también me parece necesario que
se haga todo lo posible por establecer una paternidad
responsable.

Soy contrario al aborto, en principio, porque creo que
esa decisión hay que preguntársela al ser humano que
está por nacer: "¿Quieres morir?". Creo que dirá NO.

Pero... ¿Cuántas de nuestras liceanas, entre 14 a 17
años tienen vida heterosexual activa?. ¿Son la mayoría?
Creo que no. No estoy en contra del letrero, de la
recomendación de usar preservativos, estoy en contra
de haberle puesto uniforme a esa jovencita.

El sexo, con amor, no es divertido, es hermoso,
noble, gozoso, admirable, placentero, sublime,
maravilloso, exquisito, rico, etc., todo, menos divertido.

Lo que se hace por diversión, es para "matar el tiempo",
quizás porque no se tiene nada bueno que hacer.
Los aburridos tratan de divertirse, y los que se aburren,
me parece que son parientes de los burros, con
perdón de esos nobles animales.

Pongamos a la hermosa muchacha propiciando el uso
del condón, pero con ropas juveniles y femeninas,
y diciendo algo como: "hacer el amor es hermoso,
pero seamos responsables" o algo parecido.

Me declaro caduco en esto, nunca he pedido a una
pareja que me ponga un preservativo, siempre lo
he hecho personalmente. Por razones de seguridad.
Un condón mal puesto, es posible que se rompa.
Y a un profiláctico roto, no lo encuentro divertido.

Pero... diablos, estamos hablando de la juventud actual.
La juventud antigua, esperaba ansiosa el día en que
cumplía la mayorìa de edad. Su propio regalo era la
inscripción... por fin!, en los registros electorales.
¡Qué orgullo era saberse un ciudadano con derecho
a sufragio!. Hoy, las estadísticas nos dicen que en
el Chile actual, hay dos millones, que "no están ni ahí",
con el proceso electoral. La polìtica no les interesa.

¿Acaso han leído una definición de política?.
No se les puede pedir que conozcan a Hannah Arendt.
Pero su falta de interés no es una protesta contra
el actual sistema de gobierno, no, es sólo abulia y de
la peor, la unida al egoísmo, al de que se preocupa
sólo de sí mismo y de nadie más.

Felizmente, aún hay jóvenes que son solidarios,
e inteligentes y generosos. Verdaderos ejemplos
de buenos seres humanos. Ser joven hoy día, es mucho
más difícil que hace cuatro o cinco décadas atrás.
Porque lo que era común en 1965, por ejemplo, es
una excepción en el 2005. ¡Participar!

Cada ser humano es responsable, debe responder
no sólo por su propia vida, sino también por la de
sus hermanos. Por toda la humanidad.
El joven que hoy es responsable es un "superjoven".
¡Un joven de verdad!.
¡Gracias, juventud, divino tesoro!.

sábado, noviembre 12, 2005

Mejorar la educación

Siete tramos y no seis

Actualmente la educación chilena se extiende en
seis tramos, desde parvularia al doctorado.

Pido disculpas si considero a los últimos dos
tramos, magister y doctorado, con dos años
cada uno, pudiendo ser más extensos.

Hoy, los 23 años se reparten así:

Parvularia: 2 años (dividido en dos ciclos)
Básica: 8 años (dividido en dos ciclos)
Media: 4 años (dividido en dos ciclos)
Universitaria: 5 años (10 semestres)
Magister: 2 años (4 semestres)
Doctorado: 2 años (4 semestres)

Así, desde los 4 años a los 26 años, idealmente.

Propongo agregar un séptimo tramo, quedando
de esta manera:

Parvularia: 2 años (dividido en dos ciclos)
Básica: 6 años (dividido en dos ciclos)
Media: 4 años (dividido en dos ciclos)

NUEVO TRAMO (DIVIDIDO EN DOS CICLOS)
Primer Nivel: 2 años (4 semestres)
Segundo Nivel: 2 años (4 semestres)


El nombre de estos nuevos cuatros años
no sería un problema, puede
nominarse como quieran los interesados.
¿Qué nombres reciben en los países
en que ya se aplica?

Universitaria: 3 años (6 semestres)
Magister: 2 años (4 semestres)
Doctorado: 2 años (4 semestres)

Los que saben de educación podrán valorar los
enormes y beneficiosos cambios que significarían:

1. abreviar la básica a 6 años.
2. egresar de Media a los 15 años
3. tener un Primer Nivel Superior de preparación
general de estudios o de un Titulo Técnico
4. tener un Segundo Nivel de especialización
técnica o un verdadero Preuniversitario
5. Carreras Universitarias de tres años con
alumnos que ingresan a los 20 años
muy bien preparados.

Como se puede observar, se respetan los
23 años de duración general.

Lo que falta en la Educación chilena no es más
dinero o más supervisiones a los docentes,
lo que falta es coraje, audacia para poner
al sistema educacional acorde con el siglo XXI.

Suprimir todas las caducas instituciones que
provienen del siglo XIX y asumir los nuevos
tiempos.

¡Basta de vendajes en la momia educacional,
basta de sarcófagos y pirámides invertidas
que se apoyan en un punto falso!

¡Basta de sacrificar a los jóvenes por la
cobardía de no atreverse a los cambios!


viernes, noviembre 11, 2005

Confianza y desconfianza

Escuchando hace pocos días un programa radial
en mi emisora favorita, un gentil animador, entre
canción y canción, presentó, con una invitada
especial, sin duda psicóloga o algo semejante, un
tema para comentar: "la confianza".

Mi interés en el tema es muy alto, por lo cual escuché
con atención. El animador repitió varias veces: "La
confianza se gana". Todos estuvieron de acuerdo, incluso
a mí me convenció. Pero... de pronto, me dí cuenta que
en realidad no estaba de acuerdo.

Creo que lo que se "gana" no es la confianza sino su
opuesto, la desconfianza. Trataré de explicar mi aserto.

Cuando conocemos a una persona debemos presumir
algunas cosas, por ejemplo, lo que incluso está en la
ley, que es inocente. "Se presume inocente, hasta que
se pruebe su culpabilidad".

¿Y en relación a la confianza?. Pues lo mismo.
Tendré confianza en la persona que acabo de conocer,
hasta que "se gane" mi desconfianza. Ojalá que no sea así.

Cualquiera me dirá, "no hay que confiar en los desconocidos".
¡Por favor!. Esos es para los niños. Cualquier persona con
sentido común, sabe apreciar, a primera vista o a primer
oído, con quien acaba de conocerse. Incluso aunque sea
en el transcurso de un viaje, en un país extranjero.

Ser confiado no significa ser imprudente.

La persona que desconfía de todos, como principio,
vivirá en un mundo de desconfianza, donde todos
son culpables. Tendrían que demostrar su inocencia.

Y hasta el más ignaro sabe que la inocencia no se puede
probar. El "onus probandi", la carga de la prueba, le
corresponde al que acusa, no al acusado.

En cambio, el confiado, pero no imprudente, confía
en todos, porque "dotados de razón y conciencia,
como lo estamos, debemos comportarnos fraternalmente
los unos con los otros". (Art. 1 de los DDHH de la ONU).

Creo que no hay mejor regalo, de un ser humano a otro,
que el de su confianza. Cuando confiamos en un semejante,
lo que hacemos, en verdad, es abrir una relación de amor.

Porque al confiar, también y naturalmente, lo acreditamos
como un ser diferente a nosotros, valoramos su diversidad
y lo apoyaremos en una relación de ayuda, para favorecer
sus proyectos de vida.

Nuestra sociedad actual, parece enferma de desconfianza.
¿Alguien podría negarlo?. Debemos contribuir, aunque sea
modestamente, en hacer crecer el reino de la confianza.

lunes, noviembre 07, 2005

Amistades y afinidades

Hace pocos días asistí, una vez más, a un almuerzo
de camaradería con mis compañeros de Liceo.
Han pasado muchos años y campean por sus fueros,
las canas, las calvicies y los kilos de más.
Eso, en los varones del grupo, en las damas, el
paso el tiempo es más sutil, quizás sólo se advierte
en sus miradas, cargadas de nostalgias.

Brindis por los que se acoplan al grupo por primera
vez, por los que se fueron para siempre, por la
dueña de casa, por el parrillero, por el ilustre
enfermo que se recupera casi como milagro de
nuestro santo nunca Hurtado, sino merecido.

Alegría sincera de abrazar a los compañeros de
la adolescencia, emoción de ver a los antiguos
profesores que nos hacen sentir jóvenes,
en fin, una cofradía de hombres y mujeres unidos
por una amistad cuyas raíces se pierden en el tiempo
y cuya fuerza se renueva con el recuerdo lejano
de esos rostros juveniles llenos de esperanza.

La ley de la vida nos disgregó, de acuerdo con
el nuevo paradigma estadounidense, en grupos
disímiles en relación al dinero obtenido en el tiempo.
Eufemísticamente se hablará de éxito, pero ese
término se mide sólo en dólares o euros.
Los hay en el grupo A, los hay en el B y también
en el C. Incluso estará también aquel cuyo haber
es sólo un gran y mayúsculo Debe en color rojo.

Pero en la cálida reunión, todos volvemos a ser
esas almas puras, que alguno de nuestros profesores,
cargado con los más altos meritos educacionales
que nuestro país puede ofrecer a un educador,
definió como "esos jóvenes que nunca nos aceptaron
algo que no pudiéramos probar, provocando en sus
propios maestros el estímulo más preciado".

Algunos, aún vivos, no los hemos visto desde 1961.
Esa fecha es una clave que revela nuestros años,
pero en nuestras reuniones volvemos a ser como
dice algun tango, "aquellos muchachos de entonces".
¡Qué gusto nos daría volverlos a ver!. Vengan,
los estaremos esperando siempre. A mí me encontró
una hermosa compañera y un gentilhombre todo
cariño, hizo el contacto telefónico. ¡Bravo!.

Con las voces de los cantos de nuestra tierra
completamos una jornada de amistad, que renovaremos
con buena voluntad, cada año. Que así sea.

Estas amistades se forjaron cuando aún éramos
aprendices de hombres y mujeres. Son raíces firmes.

Ya maduros, el inicio de una nueva amistad, a veces
muy necesaria, se torna muy difícil
Son tiempos de inseguridad y desconfianza.
La idiosincracia de los chilenos y especialmente de
los santiaguinos, ha cambiado.
La solidaridad ha desaparecido, reina la más
salvaje de las competencias.
Las familias se disgregan a causa de los distintos
niveles de vida que implican el éxito o el fracaso
de índole estrictamente económica.

El Dios Dinero, el "dinar" árabe, ha establecido
su monarquía absoluta. El consumismo es su engendro.
La envidia y el desprecio social sus excrecencias.

Se dice que hay otro paradigma, el francés, que
se basa en los méritos personales, sin importar
el nivel de consumo. Pero parece que sólo se
practica en aquellos países europeos del primer mundo.

En fin, quizás la amistad ha muerto en este nuevo
monstruo urbano que es Santiago.
Quizás haya que ir a buscarla en ese hermoso y obsoleto
puerto de Montevideo, a lo largo de la rambla,
en Pocitos, en Malvin o en la Ciudad Vieja, con
los hermanos uruguayos. Con Galeano o Benedetti.

Pero aún nos quedan las afinidades, ese objeto
psiquiátrico tan extraño, que nos hace repudiar
en uno, lo que premiamos en otro. Es decir,
este nos cae bien y todo se lo celebramos,
incluso sus defectos y este otro nos cae mal,
y le rechazamos cruelmente hasta sus méritos.

Amistades y afinidades, son muy diferentes,
pero las une ser, en este siglo XXI, especies
en peligro de extinción. Presentemos un reclamo
ante las estrellas, vayamos a los Polos, junto
a los albatros errantes, y reclamemos ante
la Confederación Galáctica, por favor...
que vuelva la amistad a nuestras vidas!.