miércoles, diciembre 15, 2010

Dioses

¿Qué es lo que queda? La tristeza de vivir, sabiendo que no eres de aquí, que la Tierra que te vió nacer, y tus Creadores, están lejos; que no tienes raíces, que eres sólo una semilla arrojada al viento, esperando llegar a un terreno que te vea crecer y florecer -antes de partir-.

Añorando siempre la Tierra de la cual viniste, arrojado a la vida, a tu suerte, solitaria estrella muy lejos de las demás.

Sólo felinos ojos te acompañan, dioses sin nombre y sin voz; sin reproches, sin censuras, entregándote cariño tibio y acogedor. Ellos viven junto a ti, sus cortas y placenteras vidas (pues son dioses), y no ves sus enormes manos que te estrechan y acurrucan, tal como si fueras un bebé amado.

No ves sus enormes alas, con las cuales, ya maduras, sabrán llegar a la Tierra Natal antes que tú, y hablarán de ti.

Y sus miradas sonrientes y rebosantes, se alegran por ti cada mañana al despertar, pues gustan de tu compañía.

Y duermen plácidos junto a ti, calmos pero vigilantes, ahuyentándo a los fantasmas.


martes, noviembre 30, 2010

Tu pasión

Puedes no saber lo que te gusta hacer, pero cuando haces algo que NO te gusta, lo notas de inmediato.

Sólo cuando ESTÉS haciendo algo que te gusta, te darás cuenta porque le dedicarás mucho tiempo, no te agotará sino que cada vez tendrás más entusiasmo, lo harías incluso aunque nadie te pagara, se te ocurrirán ideas de como mejorar esa labor, y estarás esperando volver a recomenzar para seguir con tu trabajo. El tiempo y esfuerzo que le dedicas, no lo notarás como una carga. Se te irá el tiempo, te desconectarás de todo el resto de tu vida y lo disfrutarás.

Es algo que te llena, te recompensa, te hace sentir orgulloso, satisfecho, feliz. Comprendes que naciste para eso.


lunes, noviembre 15, 2010

Miedo

Yo tenia 15 años. Recién empezaba a conocer la vida, a tener amigos, a ver horizontes más allá de mi hogar. Como toda adolescente, sentía que todavía me trataban como a una niña.
Y un día te ví. Y ya nunca te pude olvidar. Salía para verte, iba a los lugares donde estabas, y sólo para mirarte. Mis amigas me hablaban de tí, yo les hablaba de tí a mis amigas.
Y un día, me atreví. Me junte a solas contigo, y torpemente, deje traslucir mis sentimientos.
Y tu... tuviste miedo. Lo más amablemente que pudiste, me evitaste.
Que extraño fue todo, tanto tiempo no supe explicarme tu actitud, me sentí herida y me alejé.
La vida luego nos alejó aún más.
Pasaron muchos años. 15 años.
Y un día, me buscaste. Aún estaba yo ahí para tí. Y pensé que era mejor intentarlo, en vez de dejarte ir de nuevo.
Y han sido 7 años de conocernos y de crecer en el amor. Bellos y amargos momentos, pero siempre juntos.
Y ahora, que es momento de definiciones, porque la vida no es eterna, de nuevo... sientes miedo. Y aún no sé explicarme tu actitud. Y dices, una y otra vez, que me amas.

sábado, octubre 30, 2010

No se trata sólo de tí

En el camino del crecimiento personal, al ir mejorando defectos y ampliando nuestra conciencia, en general estamos concentrados sólo en nosotros mismos y en nuestras circunstancias particulares.


Todo lo que se haga para autosuperarse está bien, pero cabe hacer notar que no hay que caer en un excesivo mirarse a sí mísmo y perder la perspectiva. Hay un mundo allá afuera.


Y una manera de sentirse mejor es entregar parte de nuestro tiempo a cosas externas a nosotros, por ejemplo, convivir con nuestra familia, cuidar a nuestras mascotas, ayudar a un amigo, hacer algo por alguna causa que nos motive (los derechos de los animales, la preservación del medio ambiente, la cocina sana, etc. etc.). Algo que nos desvíe de centrarnos sólo en nosotros mísmos y nos haga entregar esfuerzo y dedicación a otro u otros, en forma desinteresada.


Esto no solucionará nuestros problemas, pero nos hará olvidarnos de ellos por un buen rato y nos quedará la satisfacción de haber compartido parte de nuestro ser con otros.



viernes, octubre 15, 2010

Sin tristeza no hay alegría


Dice Khalil Gibran en su gran libro “El Profeta”: “Mirad en el fondo de vuestro corazón cuando estéis contentos: comprobaréis que sólo lo que os produjo tristeza os devuelve alegría;
Y mirad de nuevo en vuestro corazón cuándo estéis tristes: comprobaréis que estáis llorando por lo que fue vuestro deleite.”

Aquello que añorábamos, que necesitábamos, que esperábamos, al punto de sufrir por ello, es lo que nos produce esa alegría, ese gozo, esa sensación de que el mundo es nuestro, que lo podemos todo y que desbordamos dicha por todos los poros…

Y cuando la pena y el dolor tocan nuestra puerta, sin haberlas invitado, sin esperarlas siquiera, echando abajo lo que habíamos construido, lo que pensábamos que ya era nuestro, dejando en evidencia todos los puntos débiles de nuestra vida, cuando no sabemos dónde escapar ni cómo soportar ese aguijón que se instala dentro de nosotros y nos corroe por dentro, nos quejamos, no queremos pasar por ese dolor… pero en la misma medida que duele, es la medida de lo importante y vital que era para nosotros esa dicha y paz que habíamos tenido y que quizá no habíamos apreciado en su justa medida…

Nadie nos enseñó que la vida es ASÍ, que es una medalla, por un lado la alegría, por el otro, la tristeza; por un lado la vida, por el otro, la muerte. Y que no puede ser de otro modo, no funcionaría. No podríamos estar en una constante primavera todo el año. Ni siquiera sabríamos qué es una primavera, porque no conoceríamos ni imaginaríamos un otoño o un invierno.

Puede que la dicha nos toque y no la reconozcamos. Ah, pero el dolor sí que lo notamos!

El es el único capaz de enseñarnos a reconocer y valorar nuestra próxima dicha que tengamos.

Y también el es que nos indica la medida de nuestros sentimientos: en la misma copa que llenamos con dolor, en un futuro la llenaremos con alegría.

“Mientras más profundo cave el pesar en vuestro corazón, más espacio habrá para vuestra alegría”.