miércoles, agosto 17, 2005

La alfombra m�gica

RESPETO Y ALEGRÍA

¿Es posible encontrar alegría (felicidad) en zaherir, insultar,
denostar, violentar, dañar o descalificar a otro ser humano?

Ya no soy joven, pero tengo buena memoria y recuerdo que
cuando lo era, cuando viví esos maravillosos años entre los
catorce a los diecinueve años, en que cada año parece una
vida entera, mi felicidad, mi alegría, la experimentaba cuando
podía ayudar a un compañero, cuando demostraba respeto
por mis mayores, especialmente mis padres y mis maestros.

Evidentemente, el mundo ha cambiado en las últimas décadas.
Hoy, verdaderas jaurías de adolescentes, parecen alegrarse
enormemente, de acuerdo al nivel de sus risas, cuando dañan
a otra persona, tanto si es un igual, como si es una persona
mayor. Es decir, parecen gozar al faltarle el respeto a todos.

Creo que lo único que hacen es faltarse el respeto a sí mismos.

Una persona con uso de razón, y esto involucra a todos los
adolescentes, no puede experimentar alegría al observar el
sufrimiento de otra persona. Por el contrario, todo ser humano,
tal como lo expresa al artículo uno de la Declaración Universal
de los Derechos Humanos de las Naciones Unidas, dotado como
está, de razón y de conciencia, debe comportarse fraternalmente
con sus semejantes.

Todos somos hermanos, seres de la misma especie.
Seres únicos e irrepetibles, dotados de la enorme dignidad y
valor de lo insustituíble. ¿Quién querría, ante la pérdida de
un ser querido, que le ofrezcan reemplazarlo por otro?.

Después de muchos años, esta transformación de algunos
jóvenes actuales, en torturadores de sus semejantes y de
sí mismos, me llena de tristeza y pena, por ellos, aunque
guardo la esperanza que puedan, algún día, transformarse
en hombres de bien.

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